jueves, diciembre 22, 2016

El plan familiar como alternativa al botellón

Se acaba el año con una noticia demoledora: más de medio millón de menores se han emborrachado en el último mes Fuente: Rebeca Yanke - El Mundo, 21 de diciembre de 2016. Y con este tipo de noticias uno no puede dejar que se acabe el año sin un sólo comentario. Así que me lanzo y pregunto ¿eso nos pasa por que nuestros planes no son atractivos para los menores en las familias? ¿O por que a base de no intentarlo no hay planes familiares?. El huevo y la gallina.

A veces pensamos que plan familiar significa 1000 euros en avión para pasar las navidades en NY. Pero nada más falso. Plan familiar es 5 minutos de poner una alternativa a un menor que no se siente querido o entendido.

La iniciativa de sacar una pista de tenis para jugar con los niños. Salir a comer un bocadillo al medio día. Se trata de compartir no sólo trabajo, también ocio. Las celebraciones siempre son la mejor excusa. Y así  se pasa bien.

Pudiera parecer que el tirarse al suelo con el pequeño de la casa es una pérdida de tiempo; la realidad es que ahí se puede ser un buen profesional. Y no hay que esperar a que los hijos cumplan 20 años para proponer nuestros planes.

En fin que a base de fallar seguro que encontramos el plan; nunca será perfecto pero será la alternativa que está ahí y no es la soledad de mi cuarto o del olvido. Suerte!!

http://www.thefamilywatch.org/2012/11/14/vis-102-es/


viernes, julio 08, 2016

Dad a los niños lapiceros, no teclados [feedly]

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Dad a los niños lapiceros, no teclados
// Aceprensa

Escribir a mano activa más el cerebro de los niños, y así les ayuda a redactar y comprender mejor un texto. [LIBRE ACCESO]
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lunes, julio 04, 2016

¿Cómo le administro la tecnología en verano a los niños? [feedly]



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¿Cómo le administro la tecnología en verano a los niños?
// Xataka

Padres, niños y pantallas

Hace un mes hablamos de la generación de padres que se siente culpable porque sus hijos pasan mucho tiempo mirando pantallas, que es la nuestra, que en estos días se enfrenta a una nueva encrucijada porque los niños ya no tienen colegio. Mucho tiempo libre, hace calor en el exterior y, aunque también hay mucho por hacer para divertirse dentro (y fuera) de casa, a menudo acaban con el ocio fácil y llamativo de la tecnología, para preocupación nuestra.

Para hablar de este tema hemos querido preguntar a los profesionales de la psicología y también a los padres, para que nos dieran ideas y así ayudarnos a que los niños no se pasen el verano pegados a una pantalla: ¿Cómo le administro la tecnología en verano a los niños?

Controlar su uso haciendo que las pantallas sean un complemento

Cuando Disney confirmó que sus productos Baby Einstein no aportaban ningún beneficio a nivel del desarrollo para los niños, y devolvió el dinero a los padres en EE.UU., muchos padres consideraron que al no ser positivos para los niños, porque no estimulaban su inteligencia, era una pérdida de tiempo ponérselos a sus hijos. Sin embargo, bien aprovechados, eran vídeos útiles, con canciones bonitas, que podían servir de apoyo para el juego y la estimulación.

Un apoyo, como lo es un juguete. Porque, ¿cuál es el fin de un juguete? Pues el juego. Lo importante es el juego, no el juguete, así que un juguete es maravilloso en tanto ofrece la posibilidad de jugar con él, y lo es si puede aprovecharse. En más de una ocasión he oído a padres criticar un juguete porque su hijo de un año apenas le hace caso. ¿Acaso no saben que un niño de un año difícilmente aprovechará el potencial de un juguete, si nadie juega con él? Y no digo que los padres tengan que enseñarle a utilizarlo, sino que tienen que estar ahí, porque lo último que quiere un niño es estar solo. Y si está acompañado, seguro que jugará más y aprenderá más a través del juego.

Pues las pantallas pueden ser utilizadas de ese modo, como apoyo para un juego mayor, como recurso para otras actividades. Teresa García, psicóloga que trabaja en La Cantonera y autora de la web Sin Castigos nos lo explica así:

La tecnología se ha convertido en parte crucial de nuestra vida y fuente de problemas en las relaciones humanas a cuenta del tiempo "seguro" de uso. Se escuchan palabras como: "adicción", "aislamiento social", "daños en la visión", etc.

Como solución en mi práctica personal y profesional los he convertido en un aliado para aumentar la conexión entre personas de diferentes edades. Trabajo en una escuela: IIP Dharma College La Cantonera. Allí los niños y niñas tienen acceso libre a las nuevas tecnologías. Les puedes ver consultando lo que necesitan para construir una casa en un árbol o jugando a diferentes juegos. Entre ellos se explican las reglas, aprenden lectura e inglés dado que la mayoría están en ese idioma. Y además sirven como base a los juegos de grupo que forman después bajo los laureles de India. El tiempo de acceso es completamente libre.

En el taller de padres que pone fin al curso escolar el tema estrella son las pantallas y su uso. Explico que al igual que en el cole, pueden convertirse en un elemento de relación y conexión en la familia. Usarlas juntos y aprender juntos conduce a una relación intrafamiliar equilibrada.

Esto quiere decir que igual no es una cuestión de ponerles límites, sino de aprovechar sus bondades para el día a día.

Las bicicletas son para el verano

O el verano es para las bicicletas, para aprovecharlo y hacer todo aquello que durante el resto del año apenas podemos porque las obligaciones nos limitan. Sí, es cierto que durante el año no pueden jugar mucho con las pantallas porque, o tienen otras cosas que hacer (extraescolares, deberes, etc.) o los padres limitamos su uso. ¿Quiere decir esto que como ahora tienen fiesta pueden aprovechar para jugar más con ellas? Pues quizás habría que intentar no sobrepasar las dos horas de pantallas que se marcan como límite diario (la AAP recomienda que los niños de 3 a 5 años no excedan la hora diaria, y los de 6 a 18 años, no pasen de las dos horas) y aumentar otras actividades que también están muy limitadas todo el año.

El psicólogo Alberto Soler nos ha dado algunas indicaciones al respecto:

En casa los ordenadores deberían estar en una zona común o de paso, con una sesión para cada miembro de la familia y siendo su uso supervisado por los padres y los teléfonos móviles y tabletas se deberían cargar siempre en una zona común, nunca en el dormitorio. De este modo protegemos la zona de descanso y estudio de distracciones innecesarias. Es positivo establecer un "toque de queda" tecnológico: a partir de una determinada hora, ningún miembro de la familia hace uso de teléfonos o tabletas. Por eso es muy importante que nosotros como padres limitemos también el uso que hacemos de estos dispositivos personales delante de nuestros hijos. Por un lado, porque debemos recordar la importancia que los padres tenemos como modelo: lo que hacemos nosotros, ellos lo van a replicar.

En realidad, la tecnología no es mala: el wifi no fríe el cerebro ni las pantallas de los móviles las retinas, pero cada cosa tiene su momento, y los niños aprenden mucho mejor de la interacción con iguales que mediante pantallas. Ahora en vacaciones, si es posible, más que aumentar la tolerancia con medios, deberíamos aumentar las oportunidades de ocio alternativo: campo, playa, piscina, deporte, etc. No debería haber variación excesiva...

Padres, niños y pantallas

Por su parte, la psicopegadoga Alma García explica que las vacaciones de verano no deberían ser un momento para darles libertad con las pantallas, sino una ocasión para limitarlos, y es que en vacaciones hay mucho por hacer pero como los padres andan de aquí a allá, no acaban por saber qué alternativas dar a los niños:

Yo siempre digo a los padres que hagan una lista de "cosas que hacer en verano durante el tiempo libre". Y que la hagan lo más larga que puedan, que sea realista, y que se hagan con los materiales necesarios para llevarla a cabo. De ese modo tendrán una batería de ideas para ofrecer a los niños antes del "anda, toma mi móvil un rato pero me lo devuelves enseguida, eh?".

No debemos temer que por ello se vayan a quedar atrás con la tecnología, pues lo llevan en las venas. Reducirla al mínimo lo que sí asegura es un verano sano, libre, con mucho movimiento (tan necesario para evitar problemas de aprendizaje), creatividad y conexión consigo mismos, con los demás y con el mundo maravilloso que les rodea.

Ah, y que los papás dejen de hacer el símil entre "premio" y "ratito tecnológico". Puede que el verdadero premio, el verdadero regalo, sea un ratito de aburrimiento que les haga encender su imaginación, su creatividad y sus neuronas.

¿Y cómo lo hacen los padres?

Además de a los profesionales hemos querido preguntar a los papás, los que están al pie del cañón, y para ello hemos contactado con los Papás blogueros, que nos han dado diferentes opiniones al respecto.

Fernando Álvarez, del blog Las historias de Papá Lobo, nos ha explicado lo siguiente:

Yo en verano levanto más la mano, pero salvo circunstancias especiales procuro que no estén todo el día con las pantallas. De momento, con los míos funciona el bajar a la piscina o jugar juntos a algo.

Por su parte, Oscar Penate, de El Mundo de Leo, nos ha dicho esto:

Por un lado creo que es normal que quieran más y que levantemos un poco más la mano, por otro no queremos que se enganchen y por otro (sí, qué pasa, tengo tres lados) lo del avance de la tecnología es inevitable y va con los tiempos... en mi caso particular sabe que tiene la tablet restringida a un rato los miércoles y otro los sábados, más algún momento ocasional el móvil. La semana pasada levanté un poco más la mano... y me costó sudor y lágrimas quitársela. También es que yo me enganché más. En fin, todo muy normal... seguimos aprendiendo.

Padres, niños y pantallas

Daniel Benavides del blog Tang de Naranja nos ha dicho:

Yo ahora la dejo jugar entre semana pero no "para quitarla del medio". Como no suele jugar (en periodo lectivo sólo puede acceder a la consola los fines de semana y aun así juntando ratos no llegará ni a la hora en los dos días y medio), jugamos pasándonos el mando, así que es una actividad más que hacer juntos.

Para que deje de jugar tampoco sufrimos mucho, primero porque la hemos educado muy bien (jajaja) pero sobre todo porque si le propones otra cosa como por ejemplo ponernos a jugar a un juego de mesa o colorear o cualquier actividad que no implique abandonarla, aceptará. Y tablet no tenemos, así que no hay problema.

Y Manolo Pérez, de la página Tropofoto, por su parte, nos ha explicado:

Mi hija tiene 5 años y le dejo manejar la tablet como mucho 20 minutos. (está con temporizador) A la hora de comer y cenar, nada de nada, hablamos. Si que ven vídeos (ella y el hermano de 1 año) en la tele cuando papá y mamá tienen que hacer cosas y no podemos encargarnos de ellos (el pequeño es un torbellino y hay que ponerle mil ojos). A veces, antes del baño y mientras preparo la bañera y demás también ven un poco de dibujos. Pero siempre controlados.

Así que como veis los consejos son diversos y los temores están ahí, porque el ocio fácil y rápido de la pantalla puede absorber a nuestros hijos hasta un punto en que se pierdan gran parte de su verano con algo que, en realidad, ya hacen el resto del año. El verano es ideal para hacer cosas diferentes y aprovechar el buen tiempo, que las piscinas están abiertas, que los padres podemos estar algo más con ellos y que hay actividades geniales para compartir juegos y recuperar el tiempo perdido por las obligaciones del resto del año.

¿Y vosotros, qué hacéis para que el tema de las pantallas no se os escape de las manos?

Fotos | Brad Flickinger I, II, Devon Christopher Adams, elaine moore en Flickr
En Xataka | Móviles, tablets, televisiones… ¿Cuánto tiempo deben pasar los niños delante de las pantallas?
En Magnet | Por qué los niños necesitan aburrirse (o al menos que dejemos de sobreestimularlos)

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La noticia ¿Cómo le administro la tecnología en verano a los niños? fue publicada originalmente en Xataka por Armando Bastida .


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Fede

miércoles, mayo 04, 2016

adiccion o educacion.

Una encuesta en los Estados Unidos afirma que el 59% de los padres están preocupados por la adicción de sus hijos adolescentes a sus smartphones, una situación que, de manera intuitiva, no se diferencia demasiado de las sensaciones que vivimos en países como España: adolescentes que no sueltan el smartphone en ningún momento, que interrumpen todo tipo de momentos cuando el dispositivo suena o vibra, sin importar que se esté en medio de una conversación, de la cena, de una película o de una clase.

El término "adicción" siempre me ha parecido, en este contexto, absurdo y denigrante. Inventarse supuestas dependencias físicas o calificar a la tecnología como droga es una manera de empezar mal la aproximación a un problema que tiene mucho más que ver con la educación y la evolución de las normas sociales que con los estupefacientes. Plantearse "curas de desintoxicación" bajo el principio de que "en China lo hacen", como si de verdad hubiese algo que "curar" o como si fuese válida la comparación de los antiguos fumaderos de opio con los actuales cibercafés me parece simplemente demencial.

No, no hablamos de adicciones, digan lo que digan los psicólogos. Hablamos de un cambio en los hábitos sociales, de nuevas costumbres y de nuevas maneras de priorizar en un entorno redefinido por la tecnología. Mientras no entendamos eso, que la tecnología ha redefinido el entorno social, no podremos aproximarnos al tema con un mínimo de objetividad. Los adolescentes que priorizan la atención a su smartphone sobre todas las cosas no tienen un problema de adicción, sino de educación, por mucho que les duela a esos padres que se niegan a admitir que han hecho mal su trabajo a la hora de educar a sus hijos. Se puede tener hijos adolescentes que estén a la última en el uso de herramientas tecnológicas y sean, a la vez, capaces de desempeñarse en un entorno social normal: no es sencillo, porque la atracción de un dispositivo que ofrece tantas posibilidades como el smartphone es importante, pero sí es posible. Se trata, simplemente, de poner reglas que tengan sentido, como las poníamos antes en otros entornos.

Según la encuesta norteamericana, los padres catalogan a sus hijos como "adictos" cuando "comprueban sus smartphonesal menos una vez cada hora y se sienten presionados para responder inmediatamente a los mensajes". ¿Se ha parado alguien a pensar que es que a lo mejor, en una sociedad como la actual, en la que todo está hiperconectado con todo en tiempo real, lo normal ha pasado a ser chequear nuestros terminales al menos una vez cada hora y entender que hay mensajes que deben ser respondidos lo antes posible? Lo normal, no lo obligatorio: algo que haces porque quieres o porque lo prefieres, no porque nadie te obligue a ello. Algo de lo que prescindes si quieres cuando estás haciendo algo que priorizas por encima de eso, o porque simplemente hace que te olvides de ello (no, no es el mismo discurso del "puedo dejarlo cuando quiera").

Para entender y educar a nuestros hijos, tenemos que entender muy bien el entorno en el que viven, que condiciona profundamente su educación. Alguien que mire a sus hijos con condescendencia y que no sea capaz de entender qué diablos hacen enfrascados en su smartphone no va a ser capaz de plantear normas que tengan en cuenta la diferencia entre comunicación y entretenimiento, los condicionantes de cada canal o la evolución de las normas. Nos pongamos como nos pongamos, las normas de educación cambian. La irrupción de los smartwatch hace que, aunque sea lentamente, empiece a ser perfectamente aceptable que mires el reloj cuando estás con alguien, porque pasa a entenderse que estás simplemente comprobando una notificación que has recibido, porque ya no se entiende que estás deseando irte, y porque se entiende perfectamente que puedes estar prestando atención a la persona con la que estás aunque brevemente compruebes lo que te ha llegado a la muñeca. Son normas que cambian, que evolucionan con el panorama tecnológico, como antes evolucionaron muchas otras, y como evolucionarán muchas otras después. Empeñarse en que las normas son inamovibles es una demostración clara de falta de sensibilidad, de torpeza intergeneracional. No, educar no es imponer irracionalmente y caiga quien caiga. A lo mejor, llegamos mucho más lejos intentando entender lo que nuestros hijos hacen con sus smartphones que dictando normas prohibitivas y restrictivas hasta el límite que nadie en su sano juicio sería capaz de aceptar sin lucha.

Si nuestros hijos llegan a casa de sus abuelos, se cuelgan de la pantalla del smartphone y se van unas horas más tarde sin haber siquiera hablado con ellos, no tienen un problema de adicción: tienen un problema de educación (o de falta de ella). Que sí, que puede ser que en casa de sus abuelos se aburran y que el estímulo del smartphone, en ese contexto, les resulte una especie de enfermiza atracción fatal, pero ahí es donde a nosotros como padres nos toca explicarles que más allá de una mirada casual de vez en cuando para contestar un mensajito, constituye falta de educación y es convenientemente castigada. Si no somos capaces de educar en lo que la educación tiene de mesura, de gradación de actitudes, es que no estamos ejerciendo bien nuestra responsabilidad.

No, no son adictos. Son simplemente una generación que ha nacido y se ha criado en un entorno de conexión permanente, y que por tanto, echan de menos esa conexión cuando no está a su alcance. Es perfectamente lógico. ¿Que hay que ponerle normas? Por supuesto, como a todo. Pero no quiere decir que sean adictos o que haya que desintoxicarlos, ni mucho menos. Si creemos eso, el problema lo tenemos nosotros, no ellos. Menos condescendencia, más empatía, y más educación.


Fede

martes, marzo 29, 2016

Cómo pueden los videojuegos cambiar tu cerebro [feedly]

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Cómo pueden los videojuegos cambiar tu cerebro
// TLife.guru

¿Cuántas veces has escuchado que los videojuegos fomentan la violencia, crean adicción, tienden a fomentar el aislamiento y conducen a la soledad? Pues bien, puede que estemos a punto de entrar en una nueva era mucho más positiva porque varios investigadores en diferentes partes del mundo han demostrado que los videojuegos pueden cambiar el cerebro a mejor (incluso los más violentos).

Aunque en los últimos años la industria del videojuego ha puesto todo su empeño en idear títulos y propuestas que reúnan a la familia en torno al televisor en vez de separarla en diferentes habitaciones de la casa, lo cierto es que los videojuegos no consiguen borrar las impresiones negativas que generan especialmente en los no jugadores. Esto es: fomentan la violencia, crean adicción, tienden a fomentar el aislamiento del jugador, crean adicción y conducen a la soledad. El primer argumento que se suele esgrimir para dejar claro su efecto negativo es el primero, la incitación a la violencia. De hecho, es bastante recurrente citar que alguna persona especialmente agresiva jugaba a cierto videojuego violento con fruición (a la vez que escuchaba música metal a solas en su cuarto).

¿Está comprobado científicamente que esto sea así? ¿Hay una relación directa entre videojuegos de contenido violento y la agresividad de quien los juega? En tres décadas de estudios los científicos no han logrado ponerse de acuerdo, no hay consenso entre ellos. Por un lado, algunos investigadores han descubierto que sí se produce un incremento de alrededor del 4% en los niveles de agresividad después de jugar a títulos eminentemente violentos. Y por otro lado están los expertos que han concluido que hay factores claramente más decisivos a la hora de fomentar la agresividad, como el contexto familiar, la salud mental o el simple hecho de ser hombre.

Recientemente, un tercer grupo de investigación se ha unido a la controversia. La edición online de la BBC ha presentado en un artículo de análisis el trabajo y las teorías de varios psicólogos sobre una cuestión que realmente importa teniendo en cuenta que los videojuegos, realmente, importan. Esta forma de entretenimiento no es algo minoritario, sino todo lo contrario. En 2016 se estima que hay más de un billón de jugadores en todo el planeta y que su venta recaudará más de 100 billones de libras este año.

¿Y qué opina este grupo de psicólogos? La mejor noticia, desde luego, es la que apunta que los videojuegos pueden ser una gran forma de mantener la mente activa y retrasar el declive que conlleva envejecer. Es fácil recordar toda aquella avalancha de títulos relacionados con lo que se llamó brain training y que ningún investigador pudo probar que tuviera el efecto que prometían. Ahora esa tesis se está intentando demostrar con Neuroracer, un videojuego creado por el Profesor Adam Gazzaley y un equipo de desarrolladores de la industria de la consola en la Universidad de California (San Francisco). Neuroracer está pensado para personas mayores que tienen que conducir un coche a la vez que hacen otras tareas. Al contrario que con el fenómeno brain training, el Profesor Adam Gazzaley ha podido demostrar que después de jugar 12 horas los reflejos y la memoria de los jugadores aumentaban y que podían conseguir mejores resultados que jugadores mucho más jóvenes.

"Me interesa mucho pensar que quizá en un futuro no muy lejano, un psiquiatra o un neurólogo prefieran trabajar con videojuegos antes que recetar un medicamento. Quizá estemos a un paso de una terapia basada en medicina digital", dice el Profesor Gazzaley.

En el Instituto Max-Planck del Desarrollo Humano, en Berlín, la profesora Simone Kuhn ha elegido ver qué diferentes efectos produce jugar a Super Mario 64  para DS durante dos meses seguidos. Su primera y más notoria conclusión es que hay tres áreas del cerebro que demuestran un crecimiento remarcable. Sí, el cortex prefrontal, el lado izquierdo del hipocampo y el cerebelo crecen, y todos ellos están relacionados con las funciones motoras del ser humano.

Luego está la facción liderada por el doctor Henk ten Cate Hoedemaker apunta que hay mucho potencial oculto en videojuegos aparentemente conflictivos. El da el mejor ejemplo con Underground, el título que él mismo ha creado. En Underground se trabaja con herramientas de cirugía, se secciona, se emplean instrumentos muy afilados, se hacen heridas… Para muchos, una mala influencia. Para él, una manera de mejorar habilidades quirúrgicas o de inspirar una profesión en la vida. Otra facción la encabeza la profesora Daphne Bavelier que ha comparado la destreza visual de jugadores y no jugadores y ha concluido que aquellos que prefieren videojuegos de acción la tienen más desarrollada que los que no. ¿Por qué? Según la experta Bavelier, este tipo de juegos requieren que los jugadores estén siempre atentos a lo que sucede en toda la pantalla, mientras están concentrados en hacer evolucionar al protagonista. Así que masacrar a todos esos zombis quizá no sea algo tan potencialmente agresivo, ¿no?

 

Cómo saber si un remate de cabeza causa daños

 

TLIFE.guru

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domingo, marzo 06, 2016

Colegios con exito

http://smoda.elpais.com/moda/llevarias-a-tu-hijo-a-una-escuela-donde-el-decide-lo-que-estudiar/

Federico Montilla
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Santa Fe Relocation Services
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D: +34 91 799 2220
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